El proceso electoral municipal de 1991. Un largo camino

Para mejor entender aquellos momentos, quizás pueda resultar útil recordar algunos párrafos de una intervención habida en la Universitat de les Illes Balears, invitado a participar en un seminario sobre el proceso electoral municipal de 1991:

Para intentar hacer el análisis de la campaña electoral de mayo de 1991, es preciso comenzar con una breve referencia a ocho años de oposición en el ayuntamiento y, sobre todo, a un proceso que podríamos denominar de preparación de la campaña que duró casi ocho meses.

La institución municipal tiene un marcado carácter presidencialista, que viene determinado por la propia estructura de la institución y su regulación legal, lo cual dificulta enormemente la conexión de los mensajes que puedan generarse desde la oposición con la opinión pública. En ocasiones por una simple cuestión de cantidad, es decir, la información que se genera desde el gobierno municipal siempre resulta muy superior a las iniciativas que pueden publicitarse desde la oposición.

En este contexto debe situarse el planteamiento de un largo período de preparación de la campaña que constituyó un verdadero programa de acercamiento de los ciudadanos a la actividad municipal, buscando no tanto la identificación con una frase electoral, como el interés de los ciudadanos por la gestión pública. Pensábamos que intentar abrir la institución municipal a la participación de los ciudadanos era más importante que no ir a buscar directamente una respuesta afirmativa a una frase hecha para ser utilizada durante quince días de campaña electoral. El comienzo de ese proceso podríamos situarlo en el mes de septiembre de 1990.

Entonces se hizo un primer sondeo de opinión, mediante el que pretendíamos conocer la opinión de los vecinos acerca de su barriada, los problemas más percibidos como propios, las mejoras a introducir y el orden de prioridades para aplicar las soluciones. Las referencias concretas a cada barriada se completaron con otra tanda de cuestiones referidas a problemas generales de Palma. Este primer sondeo se completó con un segundo trabajo de campo, de una naturaleza más directamente política.

El análisis de los datos obtenidos con el primer sondeo nos aportó una primera batería de preocupaciones de los ciudadanos de Palma que, de manera esquemática, eran éstas:

Inseguridad ciudadana. Era una preocupación altamente generalizada y se hacía una especial incidencia en la demanda de un incremento de la vigilancia nocturna.

El tráfico. La encuesta ofrecía una importante conclusión. La tremenda falta de aparcamientos que incidía negativamente en la evolución del tráfico en la ciudad.

La limpieza de la ciudad. Se consideraba un problema muy próximo en tanto en cuanto se incidía más en la limpieza de la propia barriada y no en la situación general.

Los ruidos, como expresión de la degradación de la calidad de vida. Y, finalmente,

Las drogas. Una problemática que no era considerada grave colectivamente, excepto en aquellos casos de ciudadanos directamente afectados por el problema.

Había, todavía, una segunda batería de problemas que la encuesta situaba en un orden menor de urgencia, destacando, sin embargo, su importancia: calidad del agua potable, estado y número de parques y jardines, alumbrado público, zonas deportivas, y lugares de ocio y esparcimiento para la tercera edad.

Un tercer elemento de preocupación ciudadana estaba relacionado con la política urbanística municipal, pero sin demasiadas concreciones, con una cierta ambigüedad a la hora de su manifestación, a excepción de dos realidades evidentes: la crispada situación de las llamadas parcelaciones irregulares y el cobro de las contribuciones especiales en la mayoría de las barriadas afectadas por las mismas.

El análisis y los resultados de la encuesta se hizo por segmentos de edad y por zonas de la ciudad, dividida en agrupaciones de barriadas, hasta un total de diez zonas.

El segundo trabajo de campo planteó cuestiones más directamente políticas, con el fin de definir el conocimiento y aceptación de cada candidato y de cada opción política presente en la escena local. En este sentido, quiero destacar que se trabajaba con un alto grado de incertidumbre a causa de la presencia de diferentes opciones que se proclamaban de centro político. Recordemos que eran momentos en los que no estaba claro cuántas opciones de centro concurrirían a la cita electoral.

En lo que se refiere al conocimiento, como oposición, se identificaba mayoritariamente al Partido Popular, con una imagen aceptable y un grado de identificación entre candidato y partido menos considerable que en el caso de otras formaciones. Es decir, los ciudadanos que afirmaban conocer a Joan Fageda, lo identificaban con el Partido Popular, pero no todos los que pensaban en el Partido Popular identificaban a Joan Fageda.

Todos los datos obtenidos fueron relacionados con el análisis detallado de los resultados de las elecciones anteriores, las de 1987, que ya entonces habían arrojado el resultado de haber sido la candidatura del Partido Popular la más votada.

Estos trabajos nos permitieron elaborar un catálogo de cuestiones muy concretas, respecto de las que pensábamos que era posible movilizar a los ciudadanos. Las ideas, de manera muy esquemática, eran éstas: eficacia, seguridad ciudadana, limpieza, tráfico, drogodependencias, calidad del agua, urbanismo y apoyo a colectivos diversos y a manifestaciones culturales y populares. El contenido exacto de estos mensajes se concretó por zonas y barrios, de forma que buscábamos la comunicación con los ciudadanos a partir de un conocimiento exacto de los problemas, unos planteamientos muy claros para las soluciones y, sobre todo, un talante de diálogo, trabajo y eficacia.

Por otra parte, la dificultad inicial de acceso a los medios de comunicación se venció con una presencia constante en barrios, agrupaciones culturales, deportivas y profesionales, llegando incluso a comunidades de vecinos. En aquel momento se incidió especialmente en aquellos barrios en los que habíamos detectado un menor conocimiento de nuestros mensajes.

Con sinceridad, pienso que el catálogo de problemas elaborado a partir de los datos recogidos en todas las barriadas de Palma permitió concretar nuestro objetivo inicial: interesar a los ciudadanos en los problemas comunes de la ciudad y en la vida municipal. En este sentido, creo que conseguimos crear una cierta conciencia de ciudad, de poder pensar en cuestiones generales a partir de los problemas más próximos y cotidianos, con un diálogo abierto y directo con mucha, muchísima gente.

En una última fase, todas estas actuaciones fueron complementadas con la intervención de un equipo de personas que, telefónicamente, informaban a los ciudadanos de las visitas a los barrios y de los actos que se organizaban, al tiempo que se invitaba a la participación y al análisis conjunto de los problemas de cada barriada.

En este proceso, los medios de comunicación desarrollaron un papel que podríamos calificar como de consolidación de los mensajes. La referencia periodística de nuestros actos públicos venía a concretar la idea que habíamos expuesto directamente a los ciudadanos. Es decir, la conversación que habíamos mantenido con un determinado número de vecinos, resultaba amplificada mediante la referencia en los periódicos, la radio y la televisión. Se originaba así un efecto multiplicador del mensaje en el sentido antes mencionado de movilización de los ciudadanos con respecto a la gestión de los intereses públicos.

Los resultados de este planteamiento de trabajo conjunto nos llevaron a la asunción de la más alta responsabilidad de gestión en nuestra ciudad.